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domingo, 16 de marzo de 2014

Cómo instaurar y corregir comportamientos: pequeños premios grandes resultados

Los premios funcionan muy bien, tanto para instaurar conductas adecuadas, como para eliminar las inadecuadas

Educar a nuestros niños es un gran privilegio y por supuesto una gran responsabilidad. Tenemos que ser conscientes que lo hacemos desde el momento del nacimiento.Ya cuando un bebe nace se ajusta a unos horarios de sueño, de comida, de formas de hacer las cosas en general. Es una tarea difícil, pero para ella nos podemos ayudar de muchos recursos y estrategias.



Importante tener claro que lo estamos haciendo, tener intencionalidad y sobre todo coherencia. Es decir, que el niño ante un mismo hecho reciba la misma respuesta. Si dudamos y un día castigamos o premiamos una actuación de nuestro peque, y al día siguiente hacemos lo contrario, el niño no va a instaurar ni corregir ninguna conducta.

Según la edad tenemos distintas herramientas

Los niños son como esponjas y absorben todo lo que les llega del entorno. Aprovechemos esto para educarles. Ellos muy pronto saben valorar la respuesta que reciben ante sus hechos. Al principio, cuando son muy pequeñitos, funciona la consecuencia directa ante un acto, el refuerzo positivo o negativo inmediato. Con la edad de dos años mas o menos, ya van teniendo mayor capacidad y bagaje de experiencias y saben anticiparse a los comportamientos que realizan. Saben si es adecuado o inadecuado lo que van a hacer.

Cuando los niños tienen esa capacidad funciona muy bien el sistema de premios. Para mi siempre es preferible aplicar un premio antes que un castigo. Los premios funcionan muy bien tanto para instaurar conductas adecuadas como para eliminar las inadecuadas. Además cuando la conducta se instaura y forma parte de su rutina podemos eliminar el premio sin ningún problema. ¡Y milagro se mantiene!

Pequeños premios y grandes recompensas

Cuando hablamos de premio no tenemos que irnos a que les compramos un juguete o ir al cine. Eso serian premios "gordos", como para abandonar el habito del chupete o que aprendan a dormir solitos, por ejemplo.
Para adquirir hábitos del día a día, a veces el premio simplemente puede ser un beso, un abrazo o una palabra de cariño o aprobación. Esto para los niños puede ser el mejor premio, tanto en el ambiente familiar como el escolar.

A veces los premios son inmediatos, en cuanto realizan la conducta, se les da. Por ejemplo,en el control de esfínteres, cuando empiezan a usar el orinal el aplauso es un refuerzo que funciona muy bien. Los niños se suelen emocionar con ello, lo cual les hace repetir. En otro tipo de comportamiento, por ejemplo, vestirse solito (cuando su edad se lo permita) el premio seria a largo plazo. Y tendría que repetirse varias veces la conducta para recibirlo. Si recibiera un premio inmediato la conducta no quedaría instaurada. Se puede poner de plazo una semana vistiéndose solito. Si el premio se pone demasiado lejos el niño podría desmotivarse y pasar del tema.

Ante un comportamiento inadecuado  al niño se le ofrecería el premio si abandona dicho comportamiento. Hablaríamos con el peque hasta que tuviéramos el convencimiento de que nos ha entendido. Incluso podríamos planteárselo como un juego firmando un supuesto contrato. Nosotros  nos comprometemos con el premio y el niño a eliminar la conducta inadecuada.

Los padres conocedores absolutos de sus hijos en estas edades son los que saben que premios les harán mas ilusión. La elección de los premios es muy importante para el éxito de este proceso.

Y finalmente, es vital en este camino mantenernos en lo que prometemos. Siempre que ofrezcamos un premio a un niño hay que dárselo. Si el niño se siente engañado aunque solo sea en ocasiones probablemente se desmotivara. De la misma manera no se lo daríamos si no realiza lo pactado.

Y mi consejo personal: ¡Animaros siempre que se pueda a premiar antes que castigar! Pero cuidado con nuestros peques porque son verdaderos negociadores de premios.




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